El fin del ciclo: Carlos López Gutiérrez de Velasco.
Emociones Compartidas.
Un 19 de diciembre de 2009 llegaba a La Noria quien se convertiría con el tiempo en un estandarte para la afición celeste: Christian Giménez.
Un mediocampista ofensivo nacido en Argentina que había tenido una gran etapa con Pachuca y buscaba replicar el éxito con Cruz Azul, intentando darle fin a la, ya desde aquel entonces, molesta sequía.
El equipo cayó varias veces más, unas peores que otras, pero seguía levantándose. Siempre, con ‘Chaco’ como motor y alma. Fue su pasión por el escudo, calidad y despliegue de juego ofensivo lo que, sin conseguir la ansiada novena, llevó a los de azul a verlo como un ídolo.
Ya en los últimos años de Christian, se escuchaba de su hijo Santiago. Se hablaba de su talla física, no tan común en nuestro país, y de lo bien que estaba en las categorías inferiores del club: goleador en los torneos de la Liga MX con límite de edad. Naturalmente, se pedía una oportunidad para él en el primer equipo; motivado, quizá, por la admiración a su padre.
‘Bebote’ debutó como celeste con 15 años en la Copa Socio MX del 2016. Si bien fue un torneo amistoso, le regaló a la afición uno de los momentos más azules de la época reciente: ver al ídolo y al heredero jugando juntos. Su debut profesional se dio un año más tarde en la Copa MX y en 2019 experimentó sus primeros minutos en Liga MX. Finalmente, después de mucha inconsistencia, hace un año cumplió la promesa que muy seguramente le hizo a su padre cuando este le dejó el legado del apellido en La Máquina. Santiago, aportando con varios goles claves, se convirtió en campeón de México con Cruz Azul. Así llegó la glorificada novena estrella.
Pero todo ciclo tiene su final.
Santiago ahora está en Rotterdam, Países Bajos, para unirse al Feyenoord de la Eredivisie. A sus 21 años y tras ganarlo casi todo con Cruz Azul, comenzará su aventura europea. Muchas veces, el tren pasa sólo una vez. Algunos no saben identificarlo y en lo que lo piensan, se quedan en el andén. El mejor momento para emigrar al futbol europeo es cuando se te presente la oportunidad.
Llega a una liga que se caracteriza por ser formadora, al tercer club en orden de importancia. Pocos lugares parecen mejores como punto de partida.
Se va después de lo mejor que se le ha visto en México: titular indiscutible y líder de goleo momentáneo. Un fichaje así de abrupto puede interferir con el ímpetu actual o puede catapultarlo al nivel necesario para ser un requerido en la cercana Copa Mundial FIFA.
Por supuesto, se espera lo segundo.
Santiago tiene mucho que otorgar, pero más importante, que crecer. Es un delantero con características raras de ver en nuestro país, te puede jugar de poste y acompañamiento, y aunque su capacidad goleadora todavía no llega a su mejor nivel, es el mejor prospecto ofensivo que tiene el futbol mexicano. Este movimiento era inevitable. Y lo más pronto que sucediera, mejor.
Santiago en Holanda Meridional y Christian en Mazatlán, Sinaloa. El ciclo de los Giménez en La Noria ha terminado. Y ha cumplido con creces. Se escribió una historia de amor entre un apellido y un escudo. Un ídolo que enseñó a su retoño a amar el azul celeste, para que este último lo usara para escribir su propia narrativa de grandeza.
Ya no es ‘Chaquito’, mucho menos ‘el hijo del Chaco’. Es Santiago Tomás Giménez.
El 9 canterano. El que estuvo en el club desde los 10 años. El goleador de las inferiores. El que creció amando y respetando los colores. El que entregó la novena. El que se fue a Europa con el objetivo de convertirse en el próximo 9 del país. Así será.
Después de casi quince años, Cruz Azul no contará con ningún jugador del linaje Giménez en sus filas.
Parte del viaje es su final.
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El fin del ciclo: Carlos López Gutiérrez de Velasco.
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