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miércoles, mayo 15, 2024
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    CRÓNICA DE UN CINÉFILO: ¿Videoclub o streaming?

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    (Segunda Parte)

    ¿Te imaginas que tu lugar favorito desapareciera? ¿Te imaginas nunca volver a experimentar esa sensación que como buen cinéfilo te producía estar dentro de un videoclub? Creo que mi mente nunca imaginó que ocurriría algo así (como me ha ocurrido con esta pandemia en la que llevo un año guardado en casa sin poder ir al cine), pero de la noche a la mañana, las cosas comenzaron a cambiar, los precios de renta bajaron y el remate de esas grandes tiendas se hicieron notar. Por completo la forma de disfrutar las películas cambió y esto llevó a las nuevas generaciones de nuestra actualidad, niños principalmente, a no disfrutar esa magia y ese andar por los pasillos de un videoclub, ya que apareció NETFLIX, que en su momento BLOCKBUSTER pudo comprar y no lo hizo por ciertas diferencias y por tratar, también, de superarse; grave error. Esta plataforma hoy en nuestro 2021, es la líder a nivel mundial, apoyándose mucho de las nuevas tecnologías y el internet.

    ¿Cuándo me cayó el 20? Cuando acudí a mi rutina de tienda en tienda de los BLOCKBUSTER en mi ciudad, y al querer entrar a la primera de ellas, la puerta estaba cerrada, alzo la mirada y el letrero con el clásico logo, había sido retirado.

    ¿Por qué decidí escribir sobre esto? Todo sale a relucir gracias a la nostalgia que me produjo un documental muy especial que se realizó en 2020, que ahora podemos encontrar en Internet titulado “THE LAST BLOCKBUSTER”, mismo que cuenta con entrevistas a compradores, fanáticos y empresarios cual retrospectiva nostálgica sobre los años dorados que tuvo la empresa de renta de películas, centrándose en el último que queda en todo el planeta, una tienda localizada en el pueblo de Bend, Oregón, el cual ofrece la opción de rentar cintas y que es también es un tipo de museo y tienda de souvenirs.

    Atendido por Sandi Harding, la última gerente, menciona que los pocos empleados en realidad son integrantes de su familia desde hace varios años, además nos narra que cada determinado tiempo, sufre por saber si el contrato por un año más seguirá renovándose para poder seguir ofreciendo este servicio que hoy por hoy, es un punto de encuentro de varios fanáticos alrededor del mundo que acuden para hacerse de una foto o presumir su credencial de renta (algo que también conservo) para volver a experimentar lo que las nuevas generaciones no pueden: un centro comunitario que te hace sentir en casa. 

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    Haciendo un poco de historia, BLOCKBUSTER fue fundada en 1985 en Dallas, Texas, valía miles de millones de dólares en su apogeo y empleaba a decenas de miles de personas; fue tan popular en EU que en 1989, se abría una nueva tienda cada 17 horas, ubicadas principalmente en intersecciones transitadas y centros comerciales populares. El rápido aumento de los servicios digitales como Netflix, que se lanzó en 1999, y los minoristas en línea como Amazon, hicieron que el modelo de negocio de video y DVD fuera prácticamente obsoleto. El proveedor de TV estadounidense, Dish Network, compró la empresa en una subasta en 2011 y todas las tiendas de propiedad corporativa en el país se cerraron en 2013. Decenas de tiendas privadas que permanecieron abiertas cerraron en los años siguientes. En México B.STORE, por ahí de 2016, se anunció como la nueva opción que ofrecería el mismo formato, pero nunca avanzó, y fue así como la cadena de renta de películas y videojuegos que creó Grupo Salinas para sustituir a BLOCKBUSTER desapareció.

    Por mucho tiempo, ahora los que somos mayores, creíamos que Netflix era el principal culpable por el que las tiendas BLOCKBUSTER quebraran, pero no, el verdadero culpable fue la crisis de 2008 que obligó a rematar todo por una deuda que no vieron con buenos ojos para enfrentar los directivos, y el declararse en banca rota hizo que poco a poco las tiendas concluyeran sus servicios, que los uniformes de playera polo azul con amarillo y los pantalones caquis de los empleados dejaran de aparecer y que se llegara a un 2019 sabiendo que todo ese sueño se redujera a sola una sucursal en Oregón, un lugar que aprecia las cosas antiguas y que tiene la dicha de ver a su llegada ese gran letrero característico cual boleto de entrada a un mundo mágico, pasar por la puerta y enseguida descubrir un cartel impreso con los estrenos del mes y la fecha en que llegarán, ese último BLOCKBUSTER del planeta.

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    El documental en lo particular lo consideré como muy mío, porque escuchar las opiniones y experiencias que vivieron los personajes que aparecen en él, es como si me estuviera escuchando a mí mismo, ya que comparten esa emoción, que en su momento siendo niños o jóvenes, disfrutaron y que ahora que son adultos lo extrañan, todos conectados con lo mismo, la nostalgia del recuerdo de actividades con la familia, de estar sentado en el lugar donde estaba la TV dentro de tu casa para disfrutar la película, comiendo palomitas o pizza.

    Quienes me conocen saben de mi amor por las colecciones, que va desde música, artículos y en especial el cine, y hoy continuo rebobinando mis VHS bajo aquella costumbre de saber que debías hacerlo antes de regresar tu copia a la tienda porque si no te cobraban multa, claro, hoy lo hago para que no se les impregne hongo y las deñe; me alegra saber que crecí con esto, pero no niego que extraño el formato físico; en su momento me costó trabajo aceptar lo moderno, no voy en contra de ello, simplemente es porque pertenezco a otra generación.

    Tengo varias de las plataformas de nuestra actualidad, devoro todas las películas que se puedan y en especial las series que hoy en día muestran temas que jamás nos podríamos imaginar,  pero considero que ya son muchas y que vendrán más, pero al final de cuentas, como cinéfilo, en eso es lo que nos debemos concentrar, seguir haciendo nuestros calendarios con los próximos estrenos, conservar o adquirir las películas que nos gustaron mucho, comentar sobre ellas, y recordar aquellos tiempos en que salías corriendo para regresarla a tiempo y sentirte aliviado para que en tu próxima visita no te fueran a cobrar recargo y te sintieras el criminal más grande de la historia, pero más que nada un día poder tener la oportunidad, cuando todo esto de la pandemia mundial mejore y las actividades vuelvan un poco a la normalidad, regresar a una sala de cine, porque si se extraña y me hace falta.

    Ahora existe la comodidad, estar en casa sentado y con un simple botón entrar a un mundo de opciones que nos ofrecen las nuevas plataformas, y que puedes disfrutar desde tu computadora, IPad o celular,  pero siempre está presente ese “algo” que me hace extrañar aquellos videoclubes, y me sumo a la esperanza como la que tiene Sandi Harding y varios fans, que un día estos espacios encuentren su segundo aire, algo que se podría lograr, mientras existamos esos clientes nostálgicos listos para llegar y decir “hola, quiero rentar estas películas”.

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