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martes, abril 23, 2024
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    Crítica: SPENCER

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    Un nuevo retrato de la querida princesa Diana, pero este no será para nada similar a lo que hemos visto antes. Una pieza poética llena de dolor, que en la piel de Stewart ha sido una total sorpresa con su interpretación. Atención al score con sonido en aumento, los maravillosos vestuarios y el sufrimiento de una mujer que urgentemente necesitaba reventar esas perlas para tener un respiro.

    Ella vive (si es que le podemos llamar vida a sus días), totalmente abrumada; es solitaria, temerosa, enormemente triste, con una suave brisa hacia la cruel depresión y que la lleva a lastimarse físicamente; una mujer que su alrededor desea habite escondida, alejada por completo del mundo exterior y que se encuentra vigilada en cada uno de sus movimientos. Con demonios internos, incomprendida, a veces sin saber si lo que veía o con quien hablaba eran parte de una realidad o de un mal juego de su mente distorsionada, esto al ser desprendida de su confidente.

    Ahora necesitaba de forma urgente volver a respirar, dar un fuerte suspiro para tratar de entender un poco lo que pasaba por su mente y no cometer el peor de los errores, ¿o es que acaso eso hubiera sido lo ideal?

    Lo que debería ser un maravilloso respiro navideño con sus hijos en la finca de Sandringham, en cambio, se convierte en una sucesión de obligaciones no deseadas. Mientras tanto, el Príncipe Carlos de Inglaterra está retozando abiertamente con Camilla Parker-Bowles, lo que obliga a Diana a interpretar el papel implacable de la amada y fiel esposa delante de los paparazzi que siguen cada uno de sus movimientos. ¿Aceptará su posición o se revelará y por fin vivirá su vida tal y como desea?.

    De eso va “Spencer”, un título cobijado por el cine independiente y dirigido por Pablo Larraín que es difícil de digerir para el público promedio, pero que será enormemente valioso para aquellos que en la música imponente de fondo con sonido en aumento, la fotografía, los impecables vestuarios, los silencios, las miradas y la interpretación tan delicada y sutil de Kristen Stewart, encontrarán ese “otro lado” de la moneda de una mujer que desde el inicio se ganó el amor del público, de la que se sabe no era bien recibida por parte de la familia real y que sufría en silencio situaciones que en lugar de ser un cuento de hadas, se convirtieron en un calvario del que nunca pudo salir, en especial por estar ante la mirada de la prensa, lo que la hacía estar sofocada y deseosa de hundir y nunca más regresar.

    Esta es una pieza poética que hasta el más sensible podrá experimentar angustia, un retrato emocional que tristemente es un golpe de dolor hacia un precipicio del que Diana siempre estuvo interesada en tomar, aún cuando existían sus hijos y eran su motor, pero muy en el fondo sentía la necesidad de desprenderse de las normas, de la elegancia, de aquellas perlas que colgaban en su cuello, las cuales deseaba arrancar como un sueño que al final de cuentas logró cumplir pero no de la manera en que lo necesitaba.

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